Uno de los asuntos de los que más se habla en un país como España y que tiene una mayor influencia en la vida de la gente es de la cantidad de rupturas de parejas que hay en el interior de nuestras fronteras. Es triste, qué duda cabe, que tantas personas se estén divorciando a día de hoy. Son muchas las cuestiones que conducen hasta una situación como esta y es evidente que todas ellas juegan un papel importante a la hora de ir minando la moral de la pareja y de cada uno de los componentes de la misma a título individual.
Esto genera, al mismo tiempo, una cantidad de problemas bastante importante para las personas que se encuentran implicadas en esto. En primer lugar, porque su vida cambia por completo. Normalmente un divorcio va seguido de un cambio de residencia y de una mudanza. Y, en segunda instancia, porque implica un buen montante de visitas al abogado con el fin de solventar los papeles y de hacer efectiva la separación a la mayor brevedad posible, algo que realmente es necesario.
Es en este punto donde normalmente se enredan las cosas. Una pareja tiene muchas cosas materiales en común que hay que dividir una vez que está tomada la decisión de divorciarse. No cabe la menor duda de que esto genera ciertas divergencias de opinión entre unas y otros y esto es lo que normalmente conduce a un conflicto todavía mayor y que tiene muy difícil solución. Muchas parejas no salen de este atolladero y solo un buen abogado o abogada, o un juez o una jueza, es capaz de desbloquear esta situación.
Por desgracia, este tipo de situaciones de repite con bastante asiduidad en el momento de la Historia en el que nos encontramos. Un artículo publicado en la página web de RTVE informaba de que, en el año 2017, había ascendido el número de divorcios en España en un 1%, hasta alcanzar los 102.000 divorcios. Y es que no cabe la menor duda de que la tendencia es al alza. Y lo que parece es que en los próximos años va a seguir siendo así por mucho que nos pese y por mucho que vaya a afectar a nuestra sociedad.
Una noticia que fue publicada en el diario La Vanguardia ofrecía un dato que es todavía más demoledor: por cada 10 matrimonios que se producen en nuestro país existe un total de 7 rupturas, algo que difícil de creer pero que es tan real como la vida misma. Y es que, si todos y cada uno de nosotros miramos a nuestro alrededor, veremos que la cantidad de parejas que se terminan rompiendo y se divorcian es tremenda. Hace años ni siquiera nos podíamos imaginar que la situación pudiese llegar a ser como lo es ahora.
Un abogado, fundamental para que todo acabe cordialmente
Un divorcio es una situación realmente complicada que hay que saber negociar con cautela y con cabeza. Para ello, no cabe la menor duda de que un profesional que conozca el asunto y que sepa cómo funciona a nivel judicial es elemental. Según nos han comentado recientemente desde RS Abogados, despacho de abogados en Sevilla, en los últimos años se ha detectado que, en la mayoría de las ocasiones en las que una persona o familia solicita un abogado, el motivo es el de gestionar un divorcio o alguno de los asuntos que estén relacionados con el mismo.
Está comprobado que con un abogado salen mejor las cosas que si el divorcio se ejecuta de una manera particular entre las personas que se ven afectadas por el mismo. La justicia debe imperar en este tipo de situaciones y ese es el motivo por el cual los divorcios con abogado de por medio son bastante más fáciles de resolver. No cabe la menor duda de que un abogado es una auténtica garantía dentro de este proceso y que, sin él o ella, las posibilidades de que alguien se salga con la suya y una de las partes quede desprotegida crecen.
Por desgracia, el número de divorcios en nuestra sociedad tiene pinta de que va a seguir creciendo o, como mínimo, manteniéndose. Es una situación peliaguda pero que puede reportar, a fin de cuentas, una mayor felicidad para las personas que se encuentran inmersas en ella. En definitiva, es eso lo que cuenta. Debemos dar gracias a día de hoy de que nos podamos divorciar y poder enmendar así un error que nos sería imposible de arreglar si la situación hubiese ocurrido décadas atrás. Siempre hay que quedarse con lo positivo.