Que en los institutos se vaya introduciendo una materia como la legalidad constitucional es una necesidad imperiosa para la sociedad de hoy en día. Es inconcebible que los muchachos del siglo XXI salgan de las aulas una vez acabada la Educación Secundaria Obligatoria sin saber cuáles son sus derechos y sus obligaciones constitucionales como ciudadanos españoles que son. Desde el Ministerio de Educación bien harían en promover alguna acción para descubrir la Constitución a nuestros jóvenes.
Como para todos los saberes, en este es necesario contar con los mejores apoyos y la mejor bibliografía. Tenemos la suerte de contar en España con varios estudiosos de nuestra Constitución y de la Transición Española. Estudiosos que han dejado sus conocimientos grabados en libros que resultan ideales para ese propósito de acercar nuestra Carta Magna a nuestros jóvenes, que serán los encargados de defenderla en un futuro.
Hace tres años conseguí una plaza como profesor en uno de los colegios públicos de mi ciudad. Mi especialidad eran las ciencias sociales y la verdad es que esperaba cumplir con mi cometido en aquel trabajo: enseñar a los alumnos cuestiones relacionadas con la sociedad actual y comenzar a transmitirles ciertos conocimientos de materias como geografía e historia. De lo que no tenía ni idea era que, desde la Dirección del centro, se me iba a pedir que iniciara a los alumnos en el conocimiento del derecho constitucional español.
No me parecía nada mal la propuesta. Pero tenía dudas acerca de que yo fuera la persona más indicada para llevar a cabo una labor así. Necesitaba apoyo bibliográfico para darles las mejores referencias a mis alumnos en cuanto comenzaran las charlas. Y no tenía ni idea de en qué lugar podría adquirir los manuales óptimos para que personas menores de 16 años comenzaran a entender cómo se rige legalmente el estado Español.
Comencé a preguntar a algunos de los compañeros que daban clase en el instituto. Aunque la mayoría desconocía la existencia de alguna editorial que pudiera servirme de ayuda, encontré una solución gracias a Roberto, un profesor, al igual que yo, perteneciente al departamento de Ciencias Sociales. Él fue quien me habló de Ediciones Aljibe, una editorial muy óptima para encontrar material educativo.
Visité la página web para profundizar y tener constancia de qué tipo de manuales podría adquirir gracias a dicha editorial. Observé que había una amplia variedad de libros escritos por juristas y que no eran excesivamente complejos. Se trataba exactamente de lo que andaba buscando y no iba a dejar escapar una oportunidad como la que se me acababa de presentar.
Un aprendizaje sencillo y fácil
La verdad es que, para esas clases de carácter introductorio, aquellos libros eran ideales. Estaba convencido de que los alumnos comprenderían gracias a ellos las líneas básicas de la Constitución de 1978 y poder así tener una primera noción sobre cuestiones tan relevantes como la organización territorial del Estado, la Corona o el funcionamiento del Congreso o el Senado.
Siguiendo las directrices de un par de manuales que había conseguido gracias a Ediciones Aljibe, conseguí explicar con éxito los aspectos básicos de las cuestiones mencionadas con anterioridad. Y digo con éxito porque, para evaluar si realmente habían comprendido todo lo que les había explicado, decidí realizar un pequeño examen –no puntuable de cara a las notas del curso–. Los resultados de esa prueba resultaron excelentes para prácticamente todos y todas, y eso me daba a entender que se habían enterado de todo gracias a mis explicaciones y al apoyo que encontraron en los manuales que les facilité.
¿Servirán de algo estas clases? Yo firmemente creo que sí. Vivimos en una sociedad en la que obligamos a los y las estudiantes a estudiar un montón de materias entre las que no se incluye ninguna rama de Derecho. Si alguna merece ser tratada en las aulas de los institutos, lugares donde la educación todavía es obligatoria, esa es la rama de Derecho Constitucional. Y es que es imprescindible mostrar al alumnado cómo se organiza el país en el que viven. Sólo así podemos lograr que, en un futuro no tan lejano, sean ellos los que afiancen y mejoren el sistema.